lunes, 19 de mayo de 2014

Cuando el escudo llora

Hay futbolistas que pasan años y años en un club sin dejar su huella. Jugadores más o menos profesionales que no aportan nada reseñable a la historia de la entidad. Que, con el paso del tiempo, caen en el olvido. Otros tienen una impronta en el equipo. Son recordados durante lustros por lo que fueron y lo que consiguieron. Y, por último, hay futbolistas que son el club en su estado más puro. Tienen tal unión con la entidad, que llega un momento en el que pensar en uno equivale a evocar al otro. La eternidad les une a través de un lazo tan invisible como perceptible. Porque lo que representan, lo que sienten, lo que son, es lo mismo. No hay muchos de estos. Quini, Arconada, Baresi, Puyol, Giggs, Raúl, Zanetti... Espejos en los que mirarse. Como Patxi Puñal.

Nunca tendrá reconocimiento más allá de Navarra, y podrá pasear tranquilamente por las calles de Salamanca sin que nadie le pida un autógrafo. Pero eso no debería empequeñecer a quien hace tiempo se convirtió en una leyenda. Y a quien el destino le ha deparado un final de una crueldad propia de las tragedias griegas. Porque en un país en el que sólo importan el Real Madrid y el Barcelona, que la población futbolera entienda qué se siente cuando el equipo de tu vida desciende en la última jornada suena a utopía. Perder un partido jode, una final duele hasta el llanto, pero la categoría... No hay palabras en el diccionario para explicarlo.

Por eso ver a Puñal desconsolado sobre el césped de El Sadar le da a uno ganas de llorar. Porque no es justo que alguien como él se tenga que marchar de esta manera. Una persona con ese pundonor, con esa integridad, con ese carácter. En parte tiene cierto sentido poético. El Osasuna desciende porque pierde su alma, su corazón y su pulmón, sin los que nunca se habría mantenido en Primera División. Sin todos los valores que aúna su eterno capitán no habrían jugado una final de la Copa del Rey, ni se habrían clasificado para la Liga de Campeones, ni habrían llegado a unas semifinales de la UEFA. Nada habría sido posible sin la fe de Puñal.

El Osasuna se queda ahora huérfano  Se ha ido el mejor representante posible de Pamplona y Tajonar, protagonista de un cántico sencillo pero eficaz. Como él. "No podrán parar a Patxi Puñal". A Puñal no lo paró nadie, excepto él mismo cuando creyó que no podía hacer más por su club. El anuncio de su despedida evidencia quién es él. Un comunicado en la web de la entidad. Sin ruedas de prensa ni revuelos mediáticos. Al Osasuna le queda ahora un duro retorno a la máxima categoría. Si quiere volver pronto a Primera División, hay una pregunta que deberá hacerse antes de dar cada paso. ¿Qué haría Patxi Puñal?

jueves, 15 de mayo de 2014

Nicolás y Federico

El fútbol se basa en las asociaciones. En los jugadores que se entienden, que se buscan y que se encuentran. En los talentos que convergen. En los compañeros que se conocen y se saben de memoria los movimientos de los demás. Por ello cuando uno piensa en la temporada 13/14 del Sevilla en seguida se le vienen a la mente los nombres de Ivan Rakitic y de Carlos Bacca. El que carga el rifle y el que lo dispara. El croata, canalizador del juego andaluz, ha encontrado en el colombiano al socio idóneo. Un delantero que aúna desmarque, velocidad y regate en carrera. El clásico estilete que mejora exponencialmente su rendimiento con un mediapunta que busque sus desmarques con constancia.

Quizás por ello en Turín parecía que las opciones del Sevilla pasaban en gran parte por Rakitic y Bacca. Puede que esa obsesión por la conexión entre ambos le ayudase al croata a recibir el galardón a mejor jugador del partido. Un premio más de cara a la galería, más de cara a honrar su participación global en la Europa League que a condecorar la actuación de Ivan en la final. Porque los héroes estuvieron unos metros más retrasados. Además de Beto, que pasará a la historia por una actuación en la tanda de penaltis tan fundamental como polémica, de los de Unay Emery se deben destacar dos nombres: Nicolás Pareja y Federico Fazio. Los héroes de la final.

Existe una tendencia, bastante comprensible, a fijarse más en el ataque que en la defensa, a recordar más las ocasiones a favor que las recibidas. Por eso es más que probable que de aquí a unos años la gente se acuerde de Rakitic, de Bacca y quizás de Beto. Pero no de Pareja y Fazio. Los centrales del Sevilla han aguantado todos los uno contra uno ante Rodrigo y Rodrigo Lima, no siendo superados en ninguna ocasión en este apartado, algo que durante un asedio de 120 minutos es más que encomiable. Además, taponaron varios disparos dentro del área, sacando incluso un par bajo los palos con Beto ya batido.

Quizás la actuación global de Pareja estuvo ligeramente por encima de la de Fazio, pero el caso es que ambos rayaron a un nivel difícil de igualar. Se trataron en la previa muchos aspectos y este quedó totalmente en segundo plano. Y es probable que en los días venideros siga siendo así. El caso es que el Benfica llegó más, disparó más y mereció más. Y si de los 15 disparos que realizaron entre los tres palos 9 fueron taponados fue gracias a los centrales del Sevilla, que desviaron más lanzamientos que Beto. Sobre todo en una segunda parte de ensueño para ambos zagueros, cuya figura se agigantaba tras cada acierto. Los portugueses soñarán con Bela Guttman una vez más, pero en sus pesadillas se colarán, aunque sea en una esquina, Nicolás Pareja y Federico Fazio. Cosas del subconsciente.