domingo, 15 de septiembre de 2013

Messi, el extraño elemento

Leo Messi se ha convertido poco a poco en un termómetro del juego del Barcelona. La influencia que ha ido adquiriendo con el paso del tiempo ha llegado a un punto que asusta. Él es el Fútbol Club Barcelona. La anarquía dentro del sistema táctico. Da igual la posición en la que aparece en las gráficas previas de los partidos. El argentino se pasea por el terreno de juego como si cada palmo formase parte de su propiedad. Como si no tuviese que responder ante nadie. Si quiere caer a banda, cae a banda. Si decide incrustarse entre los centrales, lo hace. Y si quiere bajar a recibir a la altura de Piqué, baja. Los nuevos traen aprendido el discurso de ayudar al mejor, como se vio tras la llegada de Neymar. Y es que no se puede dudar del mejor jugador del mundo. Eso jamás. Por eso todos vienen a ayudar al argentino. No se viene a ayudar a que el Barcelona sea el mejor equipo del mundo, sino a que el astro de Rosario siga siendo el mejor. En otras circunstancias todo esto parecería una salvajada. Pero no lo es ahora. Y no lo es porque la estructura del Barça se fundamenta en Messi.

En una decisión de esas que no se toman pero se fomentan de manera silenciosa y poco a poco fraguan, el rumbo del equipo ha quedado en sus manos. Es el mejor, y cada año las estadísticas juegan más a su favor. Pero después de él, hay un abismo. No tengo ninguna duda de que si el argentino se lesionase de gravedad, el Fútbol Club Barcelona no ganaría ningún título esta temporada. Sin él, no hay una hoja de ruta. No hay nada. Un montón de enormes jugadores acostumbrados a que el de siempre aparezca en todas las zonas del campo y resuelva. Es normal que cualquier conjunto se resienta sin su máxima estrella. Pero no existe hoy en día un caso más exagerado que este. Porque Messi es el que marca, el que asiste, el que desborda, el que se desmarca, el que atrae rivales... Y, cuando a sus compañeros les cuesta, también el que reparte el juego. Una nueva función que ha ido adquiriendo poco a poco. El argentino se convierte en algunos tramos de esos choques que se atascan en un centrocampista organizador.


Y esto es un problema. Por varias razones. En primer lugar, porque hay una zona entre los centrales y la espalda de los mediocentros rivales que queda vacía. En segundo lugar, porque no atrae rivales. Ningún defensor le persigue hasta el campo rival. Así, sus compañeros que juegan escorados están mucho más vigilados. Ayer Neymar siempre tuvo encima a dos hombres cada vez que recibía un pase al pie. En encuentros en los que el argentino no está fino, al menos debería ser capaz de provocar espacios para sus compañeros. Si el brasileño hubiese tenido menos vigilancia, quizás no se habrían pasado tantos problemas. En tercer lugar, porque en esa zona comete errores. Se ha visto en partidos de máxima exigencia y en otros que no lo eran pero se complicaban como el de anoche. Pierde balones en zonas comprometidas porque corre unos riesgos que no se deben correr tan lejos del área rival. En cuarto lugar, porque como centrocampista no es el mejor. Que sea un gran asistente y por ende un gran pasador no le convierte en un mediocentro organizador. No está capacitado para llevar el ritmo del juego. Lo suyo es imprimirle otra velocidad, pero cerca del arco contrario. ¿Que Xavi e Iniesta se sienten muy cómodos con Messi colaborando con su función? Seguramente, pero globalmente el equipo se resiente.

Que si, que con los números en la mano está bien que el argentino juegue de lo que quiera. El problema es lo que supone aferrarse única y exclusivamente a él. Jugártelo todo a que esté bien. Porque hay días como el de ayer, en el que no cuaja un buen encuentro. Por mucho que haya metido un tanto y haya regalado otro. Y en esos choques, no hay una alternativa. El participa más y más, y sus compañeros solo le buscan a él. El destino del equipo queda siempre en sus manos. Y esto conlleva un peligro que considero que una entidad de la envergadura del Fútbol Club Barcelona no debería asumir. Creo que habría que delimitar una franja en la que se mueva Leo. Que juegue más o menos adelantado, que caiga a banda o que alterne su posición con alguien me parece bien. Dejarlo todo en manos de una persona, no. Por mucho que sea el mejor. Alexis, Pedro y Neymar son jugadores que pueden perfectamente sumar 15-20 goles en una temporada si juegan con regularidad. Y sobre todo si Messi colabora no solo asistiendo, que ya lo hace, sino atrayendo rivales. Que también lo hace, pero solo en el momento decisivo. Es decir, los atrae para sumar una asistencia de gol. O para desviar la atención y que estos le asistan a él. No lo hace para conseguir que Neymar, por ejemplo, controle en tres cuartos de campo para iniciar una jugada. De este modo, Messi acapara más y más protagonismo. Un protagonismo que en ocasiones es un indicio de lo mal que van las cosas.